• El terremoto de Popayán tuvo una magnitud de 5,5 y ocurrió el 31 de marzo de 1983.
Bogotá, 31 de marzo de 2023. Para conmemorar los 40 años del terremoto de Popayán, y las lecciones aprendidas en materia de gestión del riesgo de desastres para el país, el Fondo Adaptación reunió a expertos en sismología, sismo resistencia, geología, infraestructura resiliente, entre otros, para reflexionar sobre qué tan vulnerable está Colombia frente a un evento de esta naturaleza.
El presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros -SCI-, Hernando Monroy, dio la bienvenida al Foro, destacando que lo ocurrido en Popayán en el 83 significó una aceleración en la expedición de códigos y normas de diseño y construcción sísmica que le permitieran al país afrontar cada vez de mejor manera los efectos desastrosos de los movimientos telúricos.
“Desde la SCI hacemos un llamado a los ingenieros para que cumplamos con rigor las obligaciones que tenemos frente a la protección de la vida de las personas y todos los seres que puedan habitar bajo una estructura. Todos debemos concurrir para mejorar las normas, los comportamientos, el control de calidad, incentivar las buenas prácticas en la construcción en el país”, apuntó Monroy.
Por su parte, el experto en temas ambientales, el payanés Gustavo Wilches Chaux, contó su experiencia ese 31 de marzo de 1983, cuando un terremoto de magnitud de 5,5, afectó seriamente la infraestructura de la capital caucana, dejó un saldo de 267 personas muertas, miles de heridos, unas 2.470 viviendas destruídas y otras 6.680 con daños considerables.
“Es importante evaluar la necesidad de hacerle gestión del riesgo a la gestión del riesgo y en ese ejercicio es necesario que empecemos a oír a la naturaleza”, aseguró Wilches y agregó que es necesario empezar a visibilizar los desastres evitados. “Si no hubo desastre no es porque estuvimos de buenas, es porque se han ido cumpliendo las normas de sismoresistencia, de ordenamiento territorial. La mejor gestión del riesgo es una buena gestión ambiental”, explicó.
Precisamente, varias de las intervenciones de los expertos, entre quienes se encontraban Caori Patricia Takeuchy, docente universitaria experta en sismo resistencia; Hugo Yépez, experto en vulcanología y sismología de Ecuador; Francisco de Valdenebro, ingeniero diseñador estructural, Sofía Andrade, líder para Colombia de Build Change, y José Joaquín Álvarez, experto en estructuras y normas sismo resistentes de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, coincidieron en afirmar que la vulnerabilidad del país disminuyó gracias al reforzamiento de códigos y normas sismo resistentes desde 1984, precisamente por las lecciones aprendidas después del terremoto de Popayán.
Al respecto, la experta Caori Patricia Takeuchy destacó que para que el país se refuerce en materia de gestión del riesgo frente a eventos como el de Popayán, “necesitamos ser conscientes de que somos vulnerables, pero sobre todo se necesitan los recursos para, precisamente, reforzarnos porque aún tenemos a una gran población que vive en construcciones anteriores al 83 o en edificaciones informales y es importante invertir en el mejoramiento de esas infraestructuras”, aseguró.
Por su parte, Juan Carlos Orrego, de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, resaltó que ahora Colombia tiene una actitud diferente frente al tema de los desastres, pues hay una conciencia superior. “Contamos con una base de ingenieros, profesionales, técnicos, curadurías, etc, que dan un soporte importante a los procesos de reducción de vulnerabilidad. Además, tenemos una institucionalidad sólida que, por ejemplo, a través de los consejos territoriales y departamentales de gestión del riesgo, está interesada en avanzar en el tema”, apuntó el funcionario.
La ingeniera estructural Sofía Andrade, líder para Colombia de Build Change, puso el énfasis en los retos del país con respecto a la formalidad de las construcciones como punto clave para reducir la vulnerabilidad en eventos sismológicos. “Estamos en un momento clave en el que todos los actores deben unirse para generar programas que nos permitan atacar la vulnerabilidad a la escala que el país lo necesita. En esta materia, hay temas no solo relacionados con lo técnico sino con la generación de políticas públicas y la financiación”, dijo la ingeniera.
Entre las conclusiones de la jornada, las ideas giraron en torno a la necesidad de consultar a los actores de la naturaleza como el agua al momento de hacer el ordenamiento territorial. También, sobre la importancia de unir fuerzas y fortalecer la institucionalidad para fomentar la concientización sobre el riesgo, la prevención, el respeto por la naturaleza y las buenas prácticas para evitar desastres.
De esa manera concluyó la jornada de análisis y discusión sobre las lecciones aprendidas del legado de Popayán.
