En el corazón del Valle del Cauca, entre las verdes laderas de Jamundí, surge un proyecto que va más allá de la construcción de viviendas. Torres de Alamadina se constituye como un faro de esperanza para aquellos que han enfrentado las devastadoras consecuencias del cambio climático y desastres naturales.
El sol del 29 de noviembre iluminó el rostro de Claudia Patricia Quiñones y Luz Amparo León, mujeres que, aunque no se conocen, comparten un destino común en las Torres de Alamadina. Después de una espera impregnada de paciencia y anhelo, por fin, recibieron las llaves de sus nuevas viviendas, construidas gracias al compromiso del Gobierno de la Vida.
El proyecto 'Torres de Alamadina' no es solo una obra arquitectónica, es la cristalización de un sueño colectivo. Con una inversión que supera los $38.280 millones, se entregaron 700 hogares destinados a los afectados por el Fenómeno de La Niña 2010-2011. Este logro y compromiso del Gobierno de la Vida reflejan la dignificación de los derechos, la equidad y la justicia social en la Colombia profunda.
El renacer de Claudia Patricia
Hace ocho años, un voraz incendio consumió el barrio La Paz en Cali, dejando a Claudia Patricia Quiñones con poco más que las cenizas de su vida anterior. Pero hoy, a sus 40 años, su voz resuena con alegría y gratitud mientras camina hacia su nueva vivienda en Torres de Alamadina. Para ella, esta casa no es solo un refugio; es un símbolo de perseverancia.
"Salí solamente con la ropa que tenía puesta, lo demás se perdió todo. Hubo pérdidas materiales, pero no hubo pérdida de vidas, y eso fue una bendición de Dios", comparte Claudia mientras recuerda el trágico día del incendio. Pero la fe y la esperanza nunca la abandonaron.
Ahora, con una pequeña hija de dos años y un esposo a su lado, Claudia contempla el futuro con optimismo. Sueña con convertir su nuevo hogar en un emporio de mariscos y dulces. "Es una oportunidad que muchas personas esperan. Les digo a las personas en las listas que tengan fe, que guarden la esperanza que Dios no nos abandona", aconseja, extendiendo la mano a aquellos que aún esperan su propia bendición.
La fortaleza de Luz Amparo
Luz Amparo León, de 62 años, ha enfrentado desafíos que pondrían a prueba la resistencia de cualquiera. Damnificada del Jarillón de Cali en 2017, tuvo que entregar su hogar para resguardar a su familia de los embates del río Cali. Pero hoy, en la Torre A de Alamadina, encuentra un nuevo comienzo.
"Quiero darle muchas gracias al presidente, que ha hecho algo justo por nosotros, con muchas personas que sí necesitamos", expresa Luz Amparo con determinación. A pesar de la pérdida de un hijo y la desaparición de otro, su mirada se ilumina al hablar de su hijo deportista, Walter, un rayo de luz en medio de la oscuridad.
Con su nuevo hogar, Luz Amparo planea vivir con su nieta y, al igual que Claudia, anhela construir un futuro emprendedor. La nueva casa es más que un refugio; es un escenario donde la esperanza cobra vida.
Un renacimiento comunitario
Mientras Claudia Patricia y Luz Amparo desempacan sueños en sus nuevos hogares, Torres de Alamadina se convierte en un crisol de historias de renacimiento. Cada ladrillo colocado es un testimonio de la resiliencia humana ante la adversidad.
En este rincón del Valle del Cauca, la Navidad y el año nuevo no solo marcan el final de un año; son la celebración de un renacimiento colectivo. Las luces brillan más fuerte, las risas son más profundas y la comunidad se une en gratitud por las segundas oportunidades que las Torres de Alamadina han traído consigo.
